martes, 9 de diciembre de 2014

¿Por qué, si he aprendido tanto, todo parece seguir igual? Pasar de la información a la transformación.

Toma un bolígrafo y traza un círculo. Mantén el bolígrafo en el punto de partida cuando hayas dado la vuelta completa. No lo levantes. Vuelve a trazar otro círculo, encima del anterior. No lo levantes. Ahora traza otro. Y otro. Y otro. ¿Adónde has llegado? ¿Te oigo decir “al mismo sitio”?

Autor desconocido
De esta manera suelo explicar a mis clientes la forma de existencia circular. Ocurre con cierta frecuencia entre personas inteligentes, curiosas, ávidas de aprender, conocer y progresar. Personas que continuamente buscan nueva información. La información correcta. La información que falta. La clave. El punto. El eslabón perdido.
Y trazan círculo sobre círculo para llegar el mismo punto: “Aún me falta algo para...”  (Rellenar los puntos suspensivos con lo que corresponda):
  • ser feliz
  • tener esa conversación
  • pedir lo que sé que merezco
  • lanzarme con mi proyecto anhelado
  • hacer el viaje
  • expresar mi necesidad en tal o cual contexto
  • hablar en público con soltura
  • vender mis servicios/productos adecuadamente
  • etc.
Lo que subyace es la creencia de que lo que va a marcar la diferencia es más información. Y al cabo de un tiempo, más información aun. Y más. Y más. Incluso cuando la persona posee todas las competencias y capacidades para pasar a la acción. Lo veo con frecuencia en mi práctica como coach: personas dotadas, con talentos excepcionales, que creen que aún les falta una última pieza de información “antes de”.

Estas personas van notando cómo su entusiasmo inicial se va minando en la búsqueda del eslabón perdido que, una vez encontrado, da paso a una nueva búsqueda, y luego a otra y a otra. Hasta que finalmente la persona queda encadenada por tanto eslabón hallado y abrumada por el exceso de información. De ahí el chiste: ¿Cómo confundir a un necio? Dale más información.

Entonces, ¿cómo abrir el círculo? Convirtiéndolo en una espiral que nos eleve al siguiente nivel. ¿Cómo se traduce esto en términos prácticos y cotidianos? Transformando la información en acción.

Lo que falta para salir del círculo no es más in-formación, sino trans-formación. “Trans” es un prefijo que nos remite al movimiento: salimos del círculo en tanto en cuanto nos predispongamos a ser transformados. ¿Transformar qué? Nuestra manera de estar en el mundo actual, para crear algo nuevo y diferente.
Por ejemplo, ¿de qué vale, como hacía un antiguo cliente, escuchar horas de instrucción sobre comunicación eficaz, si al final no transformaba su manera de comunicarse con nadie? Este hombre, con una intención loable y, reaccionando a los conflictos continuos que había en su empresa, realizaba curso tras curso, leía libros y artículos sobre resolución de conflictos, veía infinidad de vídeos y, sin embargo, decía no aprender nada. El problema no era que no había aprendido, sino que al no integrar la información mediante la puesta en práctica, vivía un movimiento circular constante, como el del bolígrafo al inicio de esta reflexión.

Entonces urdimos juntos un plan en “baby steps” (pasitos de bebé) que consistía en poner en práctica lo aprendido en un entorno menos "amenazador" que, en su caso, era con sus hijos adolescentes. Comenzó a practicar la escucha activa con ellos, a preguntar y responder desde la empatía, a afinar, equivocarse, corregir y mejorar. ¿Siempre lo hacía “bien”? No. Pero comenzó así a crear (y "crear" es la palabra clave) más de los resultados que deseaba. Sin apenas darse cuenta y antes de proponérselo, ya lo estaba practicando en sus entornos laborales, con clientes internos y externos, y a comprobar resultados en él y en sus colaboradores. Lo aprendido no sólo estaba integrado sino, además, generalizado a más de un entorno. 

Esos nuevos resultados eran la consecuencia de una nueva forma de estar en el mundo. Finalmente había salido del círculo, elevándolo a espiral. ¿Cómo? Dejándose transformar por la información.

Djukich decía que saber algo y no utilizarlo es peor que ser ignorante, porque toda esa información acumulada e inutilizada es evidencia del tiempo, energía y dinero malgastados para obtenerla y luego guardarla. Es como llenar un armario de ropa elegante y bonita, para todos los días abrir las puertas del mismo, mirar la ropa, admirarla, añadir una prenda nueva y volver a cerrar las puertas sin siquiera tocarla. 

Todas las personas tenemos círculos esperando a ser convertidos en espiral. Por ello te haré una pregunta expresada en forma de invitación. Pero antes te pediré que te comprometas a salir hoy de al menos UN círculo. ¿Te animas?

Te invito a considerar la información más valiosa que hayas aprendido en el 2014, y que hayas “guardado en tu armario”. Sácala, desempólvala y considera tres formas posibles de utilizarla (en un contexto o más). Elige la más inmediata y lánzate. Nota cómo al integrarla en la acción, te transformas. Nota lo que aprendes y lo que ocurre. ¡Enhorabuena! Acabas de salir del círculo.

"Acercaos al abismo, les dijo.  Tenemos miedo, respondieron.  Acercaos al abismo, les dijo.   Se acercaron.   Los empujó... y volaron."        Gillaume Apollinaire.

Gracias por tu Compañía.
Y mucha Luz en tu Camino.

La semana del 15 al 18 de diciembre tendrás la oportunidad de poner tu talento y creatividad al servicio de tu experiencia vital: activaremos tu entusiasmo, arrojo y una nueva forma de estar en el mundo. ¿Te interesa? Inscríbete al curso “Creatividad y Talento para Entornos Cambiantes” en la Cámara de Comercio de Gran Canaria, 928 390 390.    El único requisito son las ganas de (1) crear una experiencia nueva y diferente en tu vida y (2) de dejarte sorprender.


lunes, 27 de octubre de 2014

¿Cómo te tratarías si fueras alguien que te quiere profundamente?

¿Cómo te tratarías si fueras alguien que te quiere profundamente?
Tómate tu tiempo para responder.
Respira. Déjate ser y sentir.
Esta es una pregunta que hago con frecuencia.  Incluso a mí misma.
Es una pregunta que hago para invitar a crear una nueva relación con tu experiencia vital, porque para responderla no tienes más remedio que tomar conciencia de cómo te cuidas actualmente.
Y casi seguro que cuando has respondido has pensado en lo que haces, no haces y dejas de hacer por ti. A lo mejor hasta te has sentido culpable u orgulloso. Y eso es porque la tendencia habitual es a considerar el auto-cuidado como una lista de acciones (de quehaceres) que vas completando y que incluye todo aquello que un día vas a hacer "finalmente" para cuidar y mimarte. Algunas logras incluirlas en tu cotidianidad, pero otras permanecen en la lista.
El caso es que convertimos el auto-cuidado en una serie de acciones cumplidas o por cumplir, que nos lleva a buscar masajes, un fin de semana fuera, tiempo de ocio o de aprendizaje, meditación y otros actos enfocados al bienestar. Y eso es maravilloso, ya que parte de nuestra experiencia humana consiste en deleitarnos en la vida y en los manjares que esta nos ofrece.
Todas esas acciones que nos orientan al bienestar pasajero tienen una intención positiva de fondo, que es acercarnos lo más posible al tipo de vida que deseamos y a sentirnos “bien”, para “bien estar” en la vida.
Pero hay un nivel mucho más profundo y sutil de auto-cuidado. Tiene más que ver con ser que con hacer. Por eso es tan sutil. Y cuanto más profundizo en mi experiencia y en la experiencia de la variedad de personas que me rodean, más me doy cuenta de que la clave del bienestar y del equilibrio personal es como un arte; un arte que nos invita a saber estar más que a bien estar en todas las capas de nuestra experiencia, tanto en las positivas como en las negativas, en lugar de constantemente corregir, eliminar, cambiar o distraernos de lo que está ocurriendo en nuestro devenir vital. 
Por eso es que el auto-cuidado orientado a saber estar tiene más que ver con mi presencia como cuidadora interna que con mis acciones. Esta forma de auto-cuidado tiene otro ritmo. Cuando me oriento al bienestar "transitorio", escucho agradables notas y acordes musicales. Cuando traigo presencia al auto-cuidado escucho la sinfonía completa.

Por ello es tan importante ampliar tu mirada, para cuando la experiencia del bienestar transitorio no sea posible. En lugar de convertir el bienestar en la meta, te centras en la calidad de tu presencia como forma de auto-cuidado. Es como llevar años siguiendo a un único pájaro con la vista y de repente cambiar la mirada para incluir el firmamento. Es una mirada más inclusiva que te permite también incluir al pájaro en tu experiencia. Es una mirada que te incluye también, porque al igual que eres observador y observadora, formas parte del paisaje. 
Por tanto, te lanzo de nuevo la pregunta:
¿Cómo te tratarías si fueras alguien que te quiere profundamente?
Tómate tu tiempo para responder.
Respira. Déjate ser y sentir.

Gracias por tu Compañía.

Y mucha Luz en tu Camino.
Este sábado 1 de noviembre:
 Taller de Auto-cuidado: 
el sutil arte del equilibrio en la vida.

Tendrá lugar en el Centro CIPO en Tafira, Gran Canaria. 
Aforo limitado.


martes, 7 de octubre de 2014

Lo peor que puedes hacer cuando tienes un problema

Me fascina el lenguaje.
Me fascinan los conceptos que utilizamos para expresar lo que llevamos dentro, los giros, las metáforas, los rodeos; cada sílaba sugiere una nota musical y cada palabra marca un ritmo. Y todo ello crea la danza que dirige nuestra atención y nuestras acciones en la vida.
No es lo mismo decir “me encuentro entre la espada y la pared” que “estoy ante una encrucijada”, y no es lo mismo “sentirme bloqueada” que “sentirme perdido”. Y tampoco es lo mismo decir "estoy a punto de crear algo nuevo".
Todas ellas son expresiones que dirigen nuestra atención y que crean las sensaciones que experimentamos. O son sensaciones que experimentamos que luego dirigen nuestra atención para crear la metáfora.
En cualquier caso, cada una de estas maneras de vivir un problema o una situación son tan poderosas que tienen incluso el poder de influir en nuestra forma de respirar, de modo que terminamos viviendo en la propia metáfora hasta que algo dentro se transforma y nos eleva a otro nivel de experiencia.
¿Cuál es el mayor problema que tienes actualmente? Fíjate cómo la simple forma de enfocar la pregunta dirige tu atención. ¿Cómo respiras ahora? Y, ¿cuál es tu estado de ánimo?
knotPues precisamente esto es lo que ocurre cuando nos enfocamos en “el problema”. Y adivina lo que obtenemos cuando nos enfocamos en un problema: nuestra capacidad de pensar parece encogerse, se estrecha la mirada y por lo tanto, se estrechan las opciones que tenemos a nuestro alcance. Y seguimos obteniendo aquello en lo que pensamos: el problema.
Einstein decía que estamos constreñidos (“en-caja-dos”) por los límites condicionados de nuestro propio pensamiento. Y si lo piensas, concentrarnos en un problema es enfocar nuestra atención en pensamientos limitantes. ¿Por qué? Pues porque estamos mirando hacia la dificultad.
Hace poco, mientras tomábamos café, un amigo me regaló un llavero con una de esas monedas que liberan los carritos de supermercado (para ahorrarte el trabajo de tener que sacar la cartera y encontrar la moneda exacta).
Pero el llavero tenía truco, porque la moneda estaba contenida dentro de otra moneda. Por más vueltas que le di, por más que apreté, por más que busqué cómo sacarla, no había forma. Estuve unos diez minutos atascada. El me observaba, divertido, y se ofrecía a darme la solución. Pero me negué. Quería descubrirlo yo. De modo que, al despedirnos, quedamos en que le llamaría en cuanto lo resolviera. En menos de un minuto ya lo había hecho. ¿Cómo? Me propuse que mientras iba caminando por la calle, dejaría que mi sabiduría, mi ingenio, o como quieras llamarlo, lo resolvería mientras mi mente estaba en otras cosas. Y así sucedió. Mi mano jugueteaba con el llavero – pero no intentaba resolver nada -, simplemente jugueteaba, mientras yo iba andando concentrada en otras cosas. De hecho, tuve que parar y recolocar la moneda para averiguar cómo lo había hecho porque sucedió mientras pensaba en otras cosas. El truco estaba en realizar dos movimientos en lugar de uno sólo: apretar y deslizar.
Por lo tanto, tener la intención de encontrar la respuesta o respuestas a una situación (prefiero esta palabra, genera menos atasco) es importante. Pero no enfocándonos en lo que no funciona, en lo que va mal, en el problema. Esto nos pone en situación de lucha o huída (en modalidad de supervivencia e impulso primario) por lo que las opciones que vemos son limitadas, porque nos limitan a lo inmediato, al corto plazo. Como robar para no pasar hambre. Resuelve rápidamente el problema, pero tiene consecuencias indeseables.
Recuerda la última vez que resolviste un problema. ¿En qué momento te llegó la respuesta? La mayor parte de las veces la respuesta te llega en una conversación distendida, en la ducha, conduciendo (relajadamente), paseando, haciendo ejercicio, cuando estás de vacaciones. Raramente llegan las respuestas cuando tienes las cejas trenzadas sobre el entrecejo. Piénsalo. O mejor. No lo pienses demasiado. Las respuestas están ahí, y surgirán si creamos el contexto propicio para que lo hagan.
Es lo que se llama “serendipia”. La serendipia es como un accidente feliz que nos da la respuesta a algo importante. Como lo que ocurrió con un estudiante de arquitectura que buscaba una idea original para su proyecto de fin de carrera. Después de llevar días atascado ante su mesa de trabajo, decidió relajarse viendo un documental. El documental de la BBC en cuestión trataba de las abejas y sus costumbres. De pronto, tuvo la idea de utilizar la figura hexagonal del panal de abejas para diseñar un original edificio. La idea no le llegó mientras estaba atado a la mesa de trabajo dándole vueltas al problema.
Y aquí volvemos a la metáfora. “Darle vueltas” a un problema es afianzar el círculo. En un círculo no hay salida. La salida se crea cuando salimos del círculo convirtiéndolo en espiral y elevándonos al siguiente nivel de conciencia y eso no se puede hacer con la mente enfocada en “un problema”. Ya lo decía el psiquiatra Thomas Troward, a inicios del siglo pasado:
“La ley de la flotación no se descubrió contemplando el hundimiento de las cosas, sino la flotación de las cosas que lo hacen de forma natural e indagando inteligentemente en por qué ocurren así.”
Gracias por tu Compañía.
Y mucha Luz en tu Camino.



Este jueves 9 de octubre comienzo la serie de encuentros “Tardes de té y coaching” en Gran Canaria. Te invito a tomar té conmigo y a explorar, a través del Coaching Transformador, otras 3 claves importantes que nos permiten salir de los atascos. Toda la información más abajo. ¿Conoces a alguien a quien pudiera beneficiar? Reenvíale este mensaje. ¡Nos vemos allí!



miércoles, 17 de septiembre de 2014

Auto-cuidado radical: la importancia de superar la indecisión.


“Caminar por carretera, ¿eh?
Caminar por lado derecho, seguro.
Caminar por lado izquierdo, seguro.
Caminar por el medio, antes o después ser aplastado igual que uva”
Sr Miyagi a Daniel en Karate Kid


Uno de los temas recurrentes en mi práctica de coaching en los últimos tiempos es la indecisión. Y lo que les explico a mis clientes es que no decidir también es decidir.

Porque aunque tengamos la sensación de no elegir entre las opciones propuestas, al final  lo que sí elegimos son las consecuencias de cada postura. Como bien lo explica arriba el señor Miyagi a Daniel-san: caminar por el medio de a carretera es una decisión con tanto o más peso que caminar por la derecha o la izquierda. Sólo que la energía es diferente, porque si parte de la duda, la energía con la que se camina es titubeante, y la persona que opta por esa senda está más expuesta al fracaso por dos motivos: 

  1. No se siente congruente con su decisión porque la percibe como "incompleta". Su decisión es reactiva: es un acto de auto-protección. ¿De qué se protege? De las consecuencias imaginadas de las opciones no escogidas.

jueves, 31 de julio de 2014

Recuperar la cordura


¿Pero qué tipo de locura estamos viviendo? Hasta ahora he mantenido una alerta silenciosa ante lo que está ocurriendo en Gaza, porque no tengo palabras para expresar la vergüenza, el rechazo y el dolor que siento ante lo que sólo puede llamarse genocidio consensuado.Vergüenza porque yo formo parte de la comunidad internacional, mis impuestos pagan las armas que se están utilizando y mis acciones e inacciones a algún nivel contribuyen a crear el mundo en el que vivo yo, en el que vives tú, y en el que viven judíos y palestinos. Rechazo a la violencia como medio, como lenguaje silenciador, como fuerza exterminadora. Y dolor porque cada vez que veo el rostro desgarrado por el dolor de algún padre o madre que ha perdido a su hijo, yo soy ese padre y esa madre. Porque cada vez que veo a un niño o a una niña con el cuerpo mutilado o carente de vida, veo a mi propio hijo.
He decidido escribir porque hace unos momentos he visto, atónita, el vídeo de unos jóvenes y niños siendo enterrados vivos, lentamente por unos hombres. Fíjate que no digo niños palestinos. Ni soldados israelíes. Son hombres y niños. ¿Qué locura es esta? Nos estamos equivocando. Este no es el mundo que quiero para mi hijo, ni para el tuyo, ni para el de quien jamás leerá estas líneas. Quiero un mundo donde la fuerza y los valores operantes en las comunidades sean de tal magnitud que a nadie se le ocurriría ni remotamente hacer lo que se está haciendo, porque sabe que no se le permitiría. Aquí somos todos hermanos y hermanas, padres y madres, hijos e hijas. Es más lo que nos une que lo que nos separa. Hasta en las peleas callejeras siempre interviene alguien para parar la sinrazón.

Es hora de parar toda la inconsciencia. De reeducarnos y reeducar a toda la sociedad en una cultura de paz. En la cultura de la compasión y de la justicia social. En el cuidado y el autocuidado. Es hora de hacer la paz. Y sólo hay un sitio donde la podemos hacer y es desde nuestros corazones para que se derrame en nuestras comunidades. Es hora de escribir una historia distinta para las generaciones futuras. Desde mi pequeño e insignificante muro de Facebook pido el cese de todas las guerras. Pido la paz. Y pido perdón por mi ignorancia y por no saber qué hacer más allá de mi ámbito de influencia inmediata.

lunes, 26 de mayo de 2014

Hoy es lunes...



Hoy es lunes. 
Una nueva oportunidad que me ofrece la vida para despertar y pasar unos minutos sentada, en silencio, escuchando y sintiendo mi propia respiración, el aliento de vida que entra y sale de mi ser ofreciéndome una oportunidad de renovarme cada dos o tres segundos, cansada, sí, con ganas de seguir durmiendo, sí, pero disfrutando del silencio y de la oscuridad mientras me dispongo a realizar los quehaceres de la mañana; una oportunidad para salir a la playa y notar en la penumbra el frío particularmente intenso bajo mis pies descalzos, para correr con algo de desgana y de repente sentir que poco a poco recupero fuerzas, para cambiar el pensamiento y observar la hermosa mañana y el paisaje playa-montaña en plena ciudad y sentirme bendecida por poder hacerlo, para presenciar los primeros albores mientras hago estiramientos, para gruñir por lo bajo al ver una medusa en la arena que anuncia que hoy no podré nadar con brío sino con cuidadín-cuidadín; una oportunidad para mirar a mi hijo con ternura mientras duerme, y luego molestarme al ver que no tiene sus enseres preparados desde anoche, una oportunidad para despedirme de él sin tener nunca la certeza de volver a vernos, para tomar café mientras escucho el canto del canario enjaulado del vecino del edificio de enfrente, para inquietarme ligeramente al recordar que tengo una jornada de trabajo intensa por delante, haciendo lo que me gusta, para aprender de otras personas a través de mi trabajo, para crear, para co-crear, para decidir y re-decidir si hiciera falta, para experimentar sabores y sinsabores. Tan sólo llevo unas 3,5 horas despierta y ya he experimentado un sinfín de sensaciones, un sinfín de contradicciones, un sinfín de vivencias que me recuerdan que un día más tengo la oportunidad de vivir. 
Por todo ello, tarde o temprano agradezco que sea lunes o viernes, martes o sábado, este minuto o aquel. ¡Feliz jornada!
Gracias por tu Compañía.
Y mucha Luz en tu Camino.

viernes, 2 de mayo de 2014

Propuesta para catapultar anhelos a la realidad.

La escritora George Eliot nos dejó un valioso legado en la forma de un sencillo consejo: "Nunca es demasiado tarde para convertirte en aquello que podías haber sido".

¿Qué anhelo pulula por tu mente, aprisionado por las historias que te cuentas para no saltar a la realidad? Hace no tantos años pudo salir de esa misma prisión uno de mis grandes anhelos. Siempre me habían gustado las neurociencias y de hecho en mi trabajo hago mucha referencia a ellas para explicar el por qué de algunas de nuestras conductas y cómo cambiarlas con eficacia. Pero quería saber y entender mucho más y recibir instrucción experta.

De modo que durante un tiempo estuve considerando estudiar neurociencias de manera formal, pero luego no dejaba de contarme historias que me mantenían atascada en el proceso: "Pero si tú eres de letras", "Nunca te aceptarán en la universidad", "Se van a tronchar de risa cuando lean tu solicitud". No obstante el anhelo era tan grande que, aun escuchando esas historias tan cabales de fondo, decidí lanzarme. Después de un trajín inicial y de escribir una carta personalizada, explicando el por qué de mi solicitud, ¡me aceptaron! 

Al comenzar el curso, las historias que me contaba se multiplicaron: estaba rodeada de psiquiatras, científicos y neurocirujanos. Además de los trabajos escritos académicos, para aprobar había que contribuir regularmente a los debates en los temas del máster y con los que la mayoría estaban familiarizados de antemanomenos yo. 

En mi mente me veía diminuta, e insignificante como un suspiro en un huracán. En definitiva, yo no era más que una intrusa y contaba para poco. Esas eran las historias que me contaba, y eran tan potentes que mi mente parecía el departamento de efectos especiales de un estudio de cine. Todo lo que me decía parecía real y me lo creía ("Tú qué sabes", "Todos son expertos menos tú", "Están hablando entre ellos de ti, seguro"…). 

Tuve que trabajar el doble porque antes de hacer cualquier aportación a los foros la revisaba diez mil veces (las historias seguían allí, no creas que habían desaparecido), pero con tesón iba aprobando y contribuyendo cada vez más. Y mis compañeros y compañeras me entendían. ¡Y debatían conmigo como una más! Las historias que me contaba se fueron transformando.

Finalmente llegó el momento de proponer una tesis. Claro, todas las propuestas estaban centradas en influir en el cerebro y en los cambios conductuales a través de la farmacología. Y aquí surgió la historia más grande. "JAMÁS aprobarás. ¿Qué vas a ofrecer tú?" Con efectos especiales: Risotadas de fondo.

Pero ese mismo impulso creador que generaba historias de fracaso y ridículo, creó una tesis alternativa e igual de científica, pero con la mirada en la prevención mediante medios no farmacológicos pero contundentes también. Fueron unos meses de dedicación absoluta (nocturna pues de día seguía trabajando para ganarme la vida). 

Pero, ¿sabes lo que me ocurrió? Curiosamente, las voces desaparecieron. Y con ellas las historias que me contaba acerca de los motivos por los cuales no podría, no debería o no merecía conseguir mi anhelo. Y al final lo logré. El soñado máster universitario en neurociencias que todas aquellas historias trataron de impedir que germinara. 

Y ahora tú: ¿qué te permitirá ir dando forma a tus deseos y anhelos y convertirlos en proyectos, en una realidad? ¿Escoger el momento oportuno? ¿Una familia amorosa que te apoye? ¿Una generosa fuente de ingresos? Puede que sí. Pero todo lo anterior no se acerca ni remotamente a la clave más importante: 

Decidir. 

Decidir que no te creerás todas esas historias que te cuentas ("No tengo tiempo", "No es el momento adecuado" -¡nunca lo es! -, "No tengo dinero", "No tengo una familia amorosa que me apoye y apruebe mi proyecto", "No tengo estudios"). 


Fíjate en los chicos de este mini reportaje. Ellos también se contaban historias limitantes:  falta de dinero, de un lugar adecuado donde entrenar, falta de reconocimiento como equipo con potencial, falta de apoyo. 

Pero simplemente decidieron. Su entusiasmo por el fútbol se convirtió en la fuerza motriz que les permitió ir generando los recursos internos y externos para ir superando los obstáculos que surgían de camino a la realización de su meta. 


Y fue tal su entusiasmo que quienes inicialmente no creyeron en ellos, ahora contagiados, dejaron de lado sus propias historias sobre ellos y se implicaron en hacer realidad lo que en un principio había sido sólo un sueño.

Jonathan Gottschall dice que "aún cuando el cuerpo duerme, la mente trasnocha contándose historias". ¡Y vaya historias! 

¿Cómo catapultar tu anhelo a la realidad? Deja de contarte las historias que te cuentas. O deja de escucharlas mientras te pones manos a la obra. Tú y yo estamos hechos de la misma materia prima. Por tanto, si yo lo hice, tú también puedes.

Dedicado a ti que anhelas, y en especial a Rita y al Grupo Mastermind 2014.

Gracias por tu Compañía.

Y mucha Luz en tu Camino.
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¡Quedan seis días y tan sólo dos plazas para el seminario-taller El Arte de Ser!


jueves, 24 de abril de 2014

Cómo llevar una vida con significado por Will Smith

Esta mañana he escuchado las inspiradas e inspiradoras reflexiones que ha ido compartiendo el actor Will Smith en diferentes entrevistas.   Me quedo con esto:

1. Disfruta de la Vida y comparte tu Amor por ella.

2. La grandeza no es exclusiva: es inclusiva y te incluye a ti.

3. Resiste a la tentación de complicar las cosas. Son más sencillas de lo que las haces.

4. Éxito = Talento + Habilidad. Las tres son inseparables cuando las dotas de significado.

5. Comunicar tu Arte Personal (sea el que fuere) requiere compromiso y dedicación.

6. Los pasitos de bebé conducen a grandes cosas.

7. Si no estás dedicando tu vida a mejorar de alguna manera la vida de otras personas, estás perdiendo tu tiempo.

8. Cree en tu sueño, crea tu sueño, enfócate en tu sueño. Cuando te comprometes al 100% con tu Plan A, no necesitas del "B": 

9. Reconoce tus miedos y afróntalos.



Gracias por tu Compañía.

Y mucha Luz en tu Camino.
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Cada vez más cerca...





miércoles, 9 de abril de 2014

¡Libérate! Cómo crear una vida libre de drama en 7 sencillos pasos.


Uno de mis mentores me dijo un día que "la madurez comienza donde el drama termina". Y voy comprobando que es cierto. Los seres humanos estamos rodeados de oportunidades para incrementar o reducir el drama en nuestras vidas. Siempre habrá momentos dramáticos - temas familiares, de pareja, intrigas de palacio o de empresa, temas de dinero. Pero también habrá oportunidades para su resolución. El drama añadido sólo aporta dificultad al camino.

Recientemente en un curso, comentaba uno de los participantes que estaba cansado del drama que traía diariamente un compañero de trabajo, quien no sólo vivía una situación de tensión diaria con un familiar sino que la aireaba reiteradamente en la oficina con saña y deleite, dando así lugar a que el resto de colegas airearan sus propios dramas hasta que se generaba un ambiente de malestar insoportable. Finalmente había optado por llegar un cuarto de hora antes de modo que cuando llegaran sus colegas, ya él estaba instalado en su oficina y enfocado en lo importante: su paz mental.

A los seres humanos nos gusta el drama. De no ser así, ¿de dónde entonces surgieron los poemas épicos, la mitología, las novelas, el teatro? ¿A qué responde el contenido mayoritariamente dramático de un telediario? Y el cotilleo, ¿de dónde nace?

Pero el problema con el drama surge cuando se convierte en forma de vida, en foco de las relaciones, en motor del pensamiento, la palabra y la conducta como en el caso mencionado. Desgasta. Y no me refiero a los acontecimientos de nuestras vidas, sino al drama innecesario. Al drama creado. Mantenido. Y alimentado. ¿Recuerdas el chiste del vecino y la escalera? Eso es drama.

Y este tipo de drama se convierte en problema. ¿Por qué?

Primero que nada, el drama engancha. Es adictivo. Pero no te engañes. Lo adictivo no es el contenido de la situación, sino la energía que derivamos al ponerle atención, al invertir en él, al hablar una y otra vez de la situación, sin más propósito que el de activarnos. No hay más que ver la cantidad de artículos de prensa, programas televisivos y entradas en las redes sociales dedicadas al drama para darnos cuenta de que, como decía una conocida, da vidilla engancharse a esta forma de asomarse al mundo.

Segundo, el drama distrae y detrae. Te distrae de la vida, de tu vida y detrae de tus cometidos, de tus propósitos y del tema más importante: TÚ.

Y, por último, posiciona y te posiciona como víctima. Te coloca a merced de los acontecimientos, alejándote de tu capacidad de auto-liderarte de forma creativa y resolutiva.

Imaginemos que Claudia ha decidido limitarle las horas de juego en el ordenador a Javier, su hijo adolescente. Decide decírselo esa misma tarde cuando llegue del colegio. Mientras tanto se imagina a Javier enfadándose y a ella gritándole sus argumentos. Su diálogo interno comienza a cambiar, y ahora se convierte en "Aquí mando yo que soy la adulta" y así se lo comunica a Javier, advirtiéndole que ni se moleste en debatir, ni preguntar por qué. Y de esta manera le impone, sin diálogo, ni explicaciones su decisión. Claudia ha creado un drama cuando tenía la posibilidad de llegar a un acuerdo responsable con su hijo. Y ahora Javier crea su propio drama también como reacción. 

Entonces, tenemos tres formas principales de crear drama:
  1. En nuestro pensamiento. 
  2. En nuestras conversaciones (tanto internas como externas). 
  3. En nuestros actos.
Aprendemos a engancharnos al drama porque parece (o nos dicen) que si no lo hacemos, carecemos de compasión o incluso de autoridad, como si la emoción y el drama fuesen inseparables. Pero no lo son. Y aquí hago la distinción clave: la emoción es la energía que nos mueve en la vida, mientras que el drama apunta al pensamiento distorsionado, a las historias que nos contamos acerca de los acontecimientos, a los enganches que empujan y tiran de nosotros. El drama básicamente nos aleja de nuestro arrojo, del bienestar y de nuestro impulso creador. Reducir el drama innecesario en tu vida es una elección que habla de una orientación vital hacia lo que deseas CREAR. 

En inglés solemos utilizar el término “Drama Queen” para referirnos a la tendencia a crear drama de cualquier cosa. Todas las personas llevamos a una “Drama Queen” dentro.



Deberías ver la mía. Está jubilada (la pre-jubilé) pero de vez en cuando le da por resucitar y recrear alguna obra maestra. Por suerte se me ocurrió asignarle una nueva ocupación. Ahora está de jardinera. Le he encargado el trabajo de cultivar el jardín de mi mente y de aprovechar su talento y su creatividad para crear pensamientos más productivos y beneficiosos. Claro que, como decía antes, a veces le da por resucitar viejas glorias y vuelve al papel de Drama Queen, pero le dura poco.

Crear una vida libre de drama no evita que experimentes adversidades por el camino, pero sí te conecta con tu paz, tu claridad mental y con la capacidad de decidir en qué dirección vas a encauzar tu energía.

A continuación detallo 7 pasos para crear una vida libre de drama:

1. Trae presencia a tus reacciones.

Nuestras reacciones impulsivas se caracterizan por la falta de presencia precisamente porque los impulsos son reacciones in-conscientes. Dondequiera que asome tu Drama Queen, tienes garantizado un nivel de inconsciencia. 

La próxima vez que tu Drama Queen (y los hombres también llevan una Drama Queen dentro) esté en su papel despotricando o alegando, presta atención a lo que te engancha, a las historias que te gusta contar (y contarte): los cotilleos, la crisis, el último acontecimiento con tu pareja. Y pregúntate lo siguiente:

(1) ¿Cuál es el beneficio secundario que recibo en este momento? ¿Activarme? ¿Un chute de energía? ¿Simpatía? ¿Atención por parte de otras personas? ¿Descarga? ¿Compasión? ¿Compañía?

(2)Aquello que busco (el beneficio secundario: energía, activación, atención, simpatía) ¿lo puedo crear de otra manera? ¿Cómo?

(3)¿De qué forma voy a parar esta conversación y centrarme en lo que quiero crear?

Y hazlo.

2. Re-decide.

En mi grupo Mastermind utilizo mucho el término re-decidir. Permítete tomar una nueva decisión sobre algo. Verlo desde una nueva perspectiva. Cuando re-decido, experimento una energía liberadora y renovada. ¡Pruébalo!

Cuando cambia tu perspectiva, cambia tu experiencia del mundo. Adopta una mirada diferente sobre el asunto en cuestión. Activa tu curiosidad y explora. Recuerda que las situaciones se pueden percibir desde más de un enfoque. No es lo mismo decir “Estoy en paro” que decir “Estoy en un proceso de búsqueda activa para encontrar o crear un trabajo para mí”. Hasta en el lenguaje y en nuestra elección de palabras se asoma nuestra Drama Queen.

3. Evita alimentar al Drama Queen ajeno.

Cuando tu colega en el trabajo vuelve a sacar “el tema habitual”, guarda tu leña. Conviértete en escuchante, en observadora. No todo necesita una reacción de tu parte. Simplemente respira y suelta la necesidad de intervenir. Los seres humanos somos muy curiosos y por ello nos encantan las historias de vidas ajenas. Sólo recuerda que el cotilleo aviva el fuego del drama.

No soy muy amiga del concepto de “eliminar” y por ello no diré tanto que elimines a esas personas de tu vida porque a veces ni puedes (si trabajas con ellas), ni quieres (familiares o amigos cercanos) pero sí puedes elegir no participar cuando surge un tema de conversación en el que la Drama Queen cobra protagonismo. A veces con dejar de participar, tienes. No necesitas convencer a nadie de tu opinión. Con resolver el conflicto en tu interior es suficiente. Siempre podemos acordar aceptar las diferencias. Asígnale otra tarea a tu Drama Queen y aprovecha esa energía.

4. Aprende.

A veces nos toca vivir circunstancias dramáticas y es importante aprender de ellas. Sobre todo cuando tendemos a repetir lo mismo. A veces es nuestra propia Drama Queen la que aviva el fuego de nuestros reveses. Pero ese mismo fuego, si no lo avivamos de forma que lo engulla todo, se puede convertir en una luz que alumbre el camino a nuestra Sabiduría interna.

5. Apaga la TV.

Prácticamente todo lo que aparece en los medios se transmite de la forma más dramática posible. Las cadenas televisivas necesitan inversores, los inversores necesitan de la audiencia para comprar sus productos, y así sucesivamente. Los magnates de los medios de comunicación saben que nuestra curiosidad humana nos hace gravitar hacia el drama, por lo que a menudo la verdad se sacrifica en el altar del melodrama.

6. Oriéntate a la proactividad.

Uno de mis clientes, llamémosle Pablo, se peleaba con su pareja cada vez que se acercaba el período vacacional. Cuando indagamos un poco en el contexto resultó ser que era un drama que había creado porque anhelaba tomarse unas vacaciones a solas pero temía que su pareja no le fuera a entender y que lo interpretara como que quería romper sutilmente la relación. El drama era una forma de expresar su propio drama interno al no darse permiso para hacer lo que anhelaba.

Entonces invité a Pablo a orientarse a la proactividad. Así que, en lugar de esperar a las siguientes vacaciones, decidió abordar el tema con tiempo, para poder hablarlo con profundidad con su pareja. Finalmente Pablo se fue a hacer el Camino de Santiago solo y su pareja se fue a Nueva York con un grupo de amigos. Y ambas experiencias les enriquecieron tanto individual como colectivamente.

Al eliminar el drama (creado por el pensamiento), y orientarse a sus necesidades reales (viajar solo y seguir cultivando la relación de pareja) Pablo se elevó a sí mismo y, en el proceso, a su pareja a otro nivel de relación.

7.  R...E...S...P...IRA

Con ello quiero decir, respira literalmente cuando tu Drama Queen pasa a la acción. Observa. Escucha.

Y termino con una distinción que suelo tener muy presente en mi vida. No es lo mismo el miedo consejero que el miedo carcelero. El miedo consejero te avisa de un peligro inminente. No hay tiempo para dramatizar sino para pasar a la acción inmediata. Tiene que ver con el presente puro y duro. Si a tu lado ahora mismo aparece un perro ladrando y gruñendo salvajemente, no te vas a entretener en crear un drama. Tu prioridad será tu seguridad y la seguridad de las personas de tu entorno. Pasarás a la acción inmediata. 

El miedo carcelero, por otra parte, es todo drama. No tiene que ver tanto con el presente como con el pasado o con el futuro distorsionados. Por ejemplo, si pierdes tu trabajo y, pasado el shock inicial, tu enfoque está en la política, en la crisis, en la manipulación de los medios y de los bancos, te has enredado en el drama. Si tu enfoque está en crear un nuevo partido político, en crear una nueva fuente de ingresos, en aprender un nuevo oficio, en pedir ayuda, tu enfoque está en la acción inmediata y te has elevado por encima del drama. Tu Drama Queen está jardineando.

Minimizo el drama en mí. 
Cuando estoy enfocada y en calma, 
también lo está el mundo a mi alrededor.  
Cynthia Ruprecht Hunt

Gracias por tu Compañía.
Y Mucha Luz en tu Camino.