jueves, 30 de agosto de 2012

Metas Transformadoras


“El perfeccionismo es una muerte lenta. 
Si cada cosa ocurriera como a mí me gusta  
o como la hubiera planeado  
nunca experimentaría algo nuevo.” 
Hugo Prather  en  Palabras a mí mismo. 

¿Te has preguntado alguna vez para qué el empeño en ponernos metas? ¿Para qué tanta insistencia en orientarnos a un futuro imaginado, cuando lo único real es el presente? ¿Qué hay de especial en ir en pos de un anhelo o una lista de deseos?

Estas fueron algunas de las preguntas que me hizo uno de mis alumnos durante el descanso en una reciente formación para coaches. Es algo que yo misma me cuestiono, y más ahora con la aparición de películas y libros como “El Secreto” y otros similares. Con ellos ha surgido una corriente cuyo enfoque es atraer situaciones creadas a medida, como la pareja, la cuenta bancaria o el trabajo perfectos, sin contrapartida. Esto es loable porque activa nuestras posibilidades además de nuestra imaginación, pero es, a la vez, inquietante en sus posibles interpretaciones, porque el supuesto es que con el mero pensamiento podemos controlar el mundo físico.

Parte de esta corriente que ha surgido, también está enfocada a excluir todo lo que etiquetamos de “negativo” de nuestras vidas, lo cual es como desear una playa sin orilla o una montaña sin valle. La evidencia me demuestra que, al menos en este planeta, eso es imposible, incluso para las personas que escriben dichos libros (y no me imagino siquiera que ellas mismas pretendan hacernos creer que están exentas de este dualismo).

¿No es cierto que cuando estamos en la cima de la montaña, podemos admirar la belleza del valle? ¿Y que cuando estamos en el valle, podemos alzar la mirada e imaginar cómo puede ser la vista desde la montaña, y motivarnos para escalarla? El insistir en crear una sin la otra supone orientarnos hacia un esfuerzo desmedido y sin recompensa.

Pero, volvamos a la meta. ¿Para qué crearla e ir en pos de ella? Galeano diría que para caminar. Yo añadiría que para enamorarnos más profundamente de la vida. Cuando nos comprometemos con una meta activamos infinidad de recursos internos (cualidades, capacidades, creencias potenciadoras) y externos (personas, dinero, circunstancias) que nos permiten vivir con intención, con enfoque y con un sentido de propósito.

¿Es imprescindible obtener esa meta? Pues depende de cada cual. Parte de la respuesta está en el siguiente planteamiento:

Piensa en un anhelo, meta o deseo que quieres ver realizado. Ahora responde al siguiente supuesto: si el objetivo de dicho anhelo, meta o deseo no fuese su realización, sino evocar o desarrollar una cualidad o capacidad o creencia en ti, o que vivas una determinada experiencia, ¿qué sería esa cualidad, capacidad, creencia o experiencia? También puedes responder con un ejemplo de tu pasado: ¿qué cualidades, capacidades, creencias o experiencias vitales forjaste cuando te comprometiste con una meta en el pasado (independientemente de si la realizaste o no)?

¿Ya has respondido? Pues en tu respuesta está el para qué de las metas. Y eso es una meta transformadora.

Mucha Luz en tu camino. Y gracias por tu compañía.