miércoles, 4 de abril de 2012

Mini-sesión de coaching

No siempre es fácil o sencillo obtener aquello que deseamos. Y menos fácil es pedirlo “con maestría”, ya sea (a) por hábito: “siempre lo he hecho así”, (b) porque en realidad no sé lo que quiero, (c) por temor al rechazo (¡me pueden decir que no!). Y sin embargo, tener la capacidad centrada de hacer peticiones claras contribuye inmensamente a crear relaciones positivas tanto en el ámbito personal como en el profesional.
Recientemente tuve la ocasión d
e experimentar cómo alguien se quejaba del resultado de una gestión realizada por los miembros de su equipo. En un momento de lucidez, mientras escuchaba las críticas hacia sus colaboradores, pude darme cuenta de que toda la fisiología, el tono y el contenido de la queja, mantenían a la persona emisora en un estado de no-acción y no-implicación, en el que esperaba que las demás personas supieran y ejecutaran la solución.
Una queja suele ser una petición inadecuadamente expresada, por tanto, ¿qué pasaría si antes de emitirla nos preguntáramos: (1) ¿Qué me gustaría en lugar de aquello de lo que me quejo? (2) ¿Cómo lo puedo expresar para que me escuchen y colaboren conmigo? y (3) ¿Qué puedo hacer yo?  "Las preguntas que nos hacemos determinan la calidad de la vida que llevamos" Tony Robbins

1 comentario:

  1. Una reflexión muy certera, siempre tenemos que intentar mejorar aquello que no nos gusta en vez de quejarnos sin buscar solución, debemos intentar comunicarnos con los demás y viceversa.

    Un saludo,
    Sergio

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